El vecino de enfrente llegó hace menos de un
mes. Había hecho recomponer la casa y también la piscina del patio trasero.
Seguimos los detalles acuciosamente atisbando por encima de los muros. Es un tipo callado y tranquilo, de apariencia
muy pacífica. Ayer fuimos con mi hijo Emilio
a mirar por detrás y lo vimos nadando vigorosamente; no al vecino, sino
a su enorme mascota, una especie de morsa. So exclamó Emilio: ¡una morsa! No es
una morsa, establecí yo, sino un manatí. Emilio investigó en la red y
triunfante me anunció que no era un manatí, sino un dugongo, que son más
pequeños y proceden de Asia, no de América.
¿Para qué tendrá ese dugongo?, inquirió Emilio. No seas intruso, que eso
es feo., le respondí. Ahora no puedo dormirme pensando en el dugongo. Tal vez mañana me anime a preguntarle al
vecino. ¿No lo haría usted?
16 febrero, 2013
07 febrero, 2013
Enigma con escaleras
Bellas escalas de madera que van a ninguna parte,
sombreros hongo flotando, hombres viejos encaramados en zancos, telescopios,
conejos. Todo esto es tuyo, dice la ronca voz invisible, y estará en tus manos
si te acercas. Y hay cielo también, y sirenas y risas flotando en el aire; eso
lo digo yo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)