Programo la última instrucción y el laboratorio robotizado comienza a ejecutar mis especificaciones. En la esfera se forma una espesa masa de neblina dentro de la cual se forma la criatura. Al rato saco al primer perro inteligente. Habla inglés, francés y alemán. Tiene una cultura universal vastísima, a la cual agrega niveles de Ph.D. en cinco áreas de conocimiento. Ciertas modificaciones le permiten hablar. Tiene un carácter dócil, humor genial y es leal a toda prueba. Salimos a caminar por la playa. Corre, juega con las olas, vuelve a mí, salta y me lame el rostro. Me recita en francés un poema de Prevért. Estoy feliz de haber diseñado a una hembra: comienzo a enamorarme. La bautizo Eva. Ella está de acuerdo.
28 marzo, 2008
Paradojas de la Ingeniería Genética
16 marzo, 2008
Estética integral
05 marzo, 2008
Vudú
Fabricó varios muñequitos: una rubia como su madre, otro regordete como su padre, y otro más pequeño para su hermano.
Su madre la reprendió por regresar tarde del colegio y la encerró en su pieza para que hiciera deberes atrasados. Ella tomó la muñeca rubia y le clavó un alfiler en la cabeza. La madre tuvo una jaqueca atroz que la derrumbó.
Su hermano consiguió la llave de su pieza y entró a molestarla. Cuando logró expulsarlo, tomó su réplica y le clavó un alfiler en el estómago. Al hermano le vino una apendicitis fulminante.
El padre fue a su pieza para pedirle que los acompañara a la clínica, pero ella no quiso. El padre partió en su automóvil con los dos enfermos gimiendo. Ella los vio desde su ventana. Cuando perdió de vista el automóvil, fue a la cocina y puso a los tres muñecos en el horno de microondas. Cerró la puerta, apretó el botón y sentó a esperar.
Su madre la reprendió por regresar tarde del colegio y la encerró en su pieza para que hiciera deberes atrasados. Ella tomó la muñeca rubia y le clavó un alfiler en la cabeza. La madre tuvo una jaqueca atroz que la derrumbó.
Su hermano consiguió la llave de su pieza y entró a molestarla. Cuando logró expulsarlo, tomó su réplica y le clavó un alfiler en el estómago. Al hermano le vino una apendicitis fulminante.
El padre fue a su pieza para pedirle que los acompañara a la clínica, pero ella no quiso. El padre partió en su automóvil con los dos enfermos gimiendo. Ella los vio desde su ventana. Cuando perdió de vista el automóvil, fue a la cocina y puso a los tres muñecos en el horno de microondas. Cerró la puerta, apretó el botón y sentó a esperar.
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